San Miguel de Tucumán: KM recorridos: 1.243 aprox.
Ciudad mediana, capital de la provincia. Tiene una plaza principal linda con varios edificios históricos (casa de gobierno, catedral, etc.). El centro, merece unas vueltas por la zona histórica, probar en algún que otro bolichito las empanadas salteñas y listo! Es llamativa la cantidad de Taxis que circulan por ésta ciudad. Hasta el mediodía y a partir de las 17hs el centro es un quilombo de gente circulando y mucho ruido. Durante la hora de la siesta, no pasa nada…”ciudad fantasma”.
El hostel muy bueno y cómodo. Había buena onda. Charlé bastante con una suiza que también se estaba tomando un año sabático para recorrer varios países. También había un par de argentinos, un español, dos francesas, dos alemanas y una canadiense que venía desde Perú e iba hasta la Patagonia. Me tranquilizó bastante que me contara que paso por Bolivia sola con todo lo que eso implica, sus relatos me dieron confianza.
Como durante mi primer día me calcine, para mi segunda jornada planifiqué ir a visitar el dique El Cadillal. Necesitaba ver agua, sumergirme en ella y refrescarme. Nada de esto fue posible, ya que amaneció duliviando y la temperatura bajo abruptamente. Durante la mañana, quede refugiado de la lluvia adentro del Hostel, descansando un poco. A la tarde, paró la lluvia pero hacía frío, por eso decidí cambiar mi plan refrescante, por un plan para entrar en calor. Me tomé un bondi rumbo al Cerro San Javier a 1 hora de la ciudad. Primero pasa por el barrio top, que se llama Yerba Buena y está en las afueras, y después empieza a subir por un camino en zigzag muy empinado y lleno de vegetación, hasta llegar a la cumbre del cerro. Ahí hay un gran Cristo Redentor y una vista espectacular de toda la ciudad desde muy alto. Hice un trekking cortito de una hora por la cumbre del cerro, para ir poniéndome en estado. No me crucé ni a un humano, me ladraron unos cuantos cuscos callejeros.
Tafí del Valle: Altura: 2000 msnm. KM recorridos: 1.350 aprox.
Salí desde la terminal de Tucumán, y después de 100 km, recorridos en 3 horas de viaje, llegué a Tafí del Valle. El camino recorre parte de las Yungas Tucumanas (bosques muy tupidos y muy verdes), son arboles gigantes como con algas colgando de las ramas, onda AVATAR. Todo camino de cornisa, sube, sube y sube. Pasa por una zona que se llama El Mollar y finalmente casi a la altura de las nubes, está el valle. Al lado mío se sentó un geólogo local que trabaja en una mina cercana de extracción de oro y plata, a 300 metros de profundidad. Según él: “no muy profunda”. Me conto lo insalubre del trabajo de los mineros, y que tenía 1 semana de descanso y después dos en la mina trabajando. En el camino vi pasar a una familia (claramente anglosajona) que subía en bicicleta!! El padre acarreaba un carrito en donde viajaba su hija. Me pregunto desde y hacia dónde irían. Quizás me los vuelva a cruzar en otro lado.
En la terminal de Tafí, me ofreció su hostel, Susana, dueña del Hostel Cardón, muy cerca de la plaza principal. Safa! y es relativamente barato. No lo dudé. A la noche, lo atiende María, la mujer m;as graciosa del mundo: un umpa lumpa verborrágico con acento tucumano, que no para de quejarse. Estoy seguro que si la llevo a Bs.As. y le produzco un espectáculo de Stand Up me lleno de plata!
El centro del pueblo es muy lindo, muy típico, regional, artesanías, etc. El valle es espectacular: muy verde, corre el viento, ni frío ni calor. Mirás alrededor y las casas están construidas hacia arriba, en las laderas de las montañas. Como era la hora de la siesta, no había nadie, ni ruido. Varias veces me senté en algún cordón de vereda a descansar un buen rato y ver pasar a los locales, y también en una plaza: Sesión de Yoga.
A medida que lo recorría me fui dando cuenta que claramente es un lugar de fin de semana o de vacaciones para muchos tucumanos. Está lleno de mega casas de varios estilos, espectaculares cerradas, como que mucha gente no vive ahí permanentemente, sino que van sólo de vacaciones. Las casas a mí más me gustaron son las antiguas, de material, pintada de blanco o de algún color, techo verde de chapa y muchas enredaderas, nose, tienen cierto encanto. El valle es ideal para salir a hacer trekking, hay muchos recorridos.
Decidí permanecer por lo menos 2 noches en cada lugar al que llegue. No quiero estar moviéndome todos los días y también quiero conocer los lugares con un poco más de profundidad, charlar con la gente y ver un poco más allá de los recorridos y destinos principales.
Al día siguiente, sale el sol. Está espectacular y definitivamente “va a ser un día para recorrer la montaña”. Prepare mi mochilita con provisiones y salí a hacer un trekking de unas 5 horas hasta el pueblo vecino: El Mollar, que queda del otro lado del lago. Caminé por el borde del río, atravesando un primer poblado, lleno de fauna rural: caballos, vacas, ovejas y gallinas. Después pasé por un antiguo cementerio y por otro poblado: Los Ojitos. Finalmente crucé el río y camine por una llanura inmensa llena de caballos. Es impresionante la cantidad de potrillos. Por la época y el tamaño calculo que de unos 2 0 3 meses. Finalmente llegue a una playa muy amplia, de arena blanca de sedimentos que trae el río. Ésa playa desemboca en la laguna. Me quedé ahí un buen rato descansando y elongando. Soplaba lindo, en ese momento me dieron muchas ganas de tener un Laser o algo y navegar. Más tarde el viento aumentó, y me fui. A lo lejos se veían dos locos, haciendo Kite, buena onda.
La vuelta fue eterna y ya no me daban más las piernas. Tomé otro camino y sin querer me crucé con una casa con una cancha de polo y varios petisos. Llegué nuevamente al centro del pueblo y descanse en una plaza a la sombra.
A la tarde subí una pequeña colina donde hay una cruz y vi desde lo alto, otra perspectiva del valle, y ya me despedí!
Amaicha del Valle – Ruinas de Quilmes:
Día 6: partí desde la terminal de Tafí rumbo a Amaicha, en el transporte local Aconquija. Ya en el bondi me empecé a cruzar con un poco más de gente: conocí a un Argentino que anda de acá para allá mitad turismo, mitad trabajo y a una turca Asle, que vino un par de meses a recorrer toda Argentina. Asle me pidió que la acompañara a las ruinas ya que “estaba sola y no tenía amigos”. En fin, llegamos al valle de Amaicha, super seco, muy arido, kilometro a kilometro van apareciendo miles de cactus. De Amaicha nos tomamos un remis hasta las ruinas, yo puse algo de plata pero la gran mayoría lo pagó la mujer oriunda de Estambul.
Ruinas de Quilmes, son ruinas, nada del otro mundo. Lo importante de haberlas visitado es que cuando me fui tuve que esperar en un paraje de artesanos al costado de la RN 40, un par de horas el bondi que me llevaría a Cafayate. Durante largo tiempo conversé bastante con Jesús “La Gringa”. Ella es miembro de la comunidad de los Diaguitas del pueblo de Quilmes. Me contó de su trabajo, de sus 7 hijos, de la comunidad, de la lucha por sus tierras originales: muy interesante. También me contó que 14 poblados de la zona forman parte de la comunidad y que hoy por hoy la entrada que cobran para ver las ruinas es el único ingreso que tienen para las necesidades y cuestiones sociales de la comunidad. Si andan por la zona, VAYAN A LAS RUINAS DE QUILMES!!!
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