jueves, 8 de diciembre de 2011

Cafayate

1.660 msnm – KM recorridos: 1.500 aprox.
Llegar a Cafayate levantó un poco la soledad y quietud que viví en Tafí.  Ya en el bondi, desde Ruinas de Quilmes, empecé a ver caras conocidas que me había cruzado en ya en Tucumán: un par de Alemanas (Susan y Marie) de 20 años que también están recorriendo varios países durante varios meses y por otro lado Astrid, una suiza de 35 que renuncio a su trabajo en una agencia de Marketing en Zurich, se compro un Round a World Ticket y está dando la vuelta al mundo durante un año.
En la terminal de Cafayate, ya estaba “El Mudo” (lo llaman así irónicamente por su dificultad para dejar de hablar) panfleteando su Hostel “Backpacker’s Cafayate”. Por su bajo precio, fuimos todos en peregrinación a parar ahí. El Mudo es un chamullero, un poco irresponsable y muy gracioso, fanático de su pueblo Cafayate. No para de venderte lechuza por loro. La mujer Ema, embarazada a punto de parir, quejosa como pocas, cara de mala, calzas y vestidito, con una mano en la panza y otra en la espalda, siempre con un repasador yendo de acá para allá gritando y tratando de cobrar a los deudores; su frase de cabecera: “yo no puedo seguir así…”
Durante mi estadía, el hostel estuvo repleto. Pasaron otras dos alemanas medio mala onda, una pareja de australianos y otra de neozelandeses que vienen viajando hace 10 meses con los que hablé bastante, una Barbie y un Ken de noruega, dos americanos que estuvieron de voluntarios tres meses en Bolivia, un australiano solo onda Cocodrilo Dandy y finalmente 4 brasileros que vinieron a Argentina de intercambio un semestre y ahora viajan por el norte. Ah y 4 franceses que eran lo más: iban de acá para allá improvisando día a día (a esos seguro que me los voy a volver a cruzar ya que van a hacer una ruta parecida al a mía). Con todos charlé bastante y me fui convenciendo de que no solo a mí se me ocurren éstas cosas.
Muy buena onda fluía en las instalaciones del Mudo’s Petit Hotel: cacerola va, colador viene, consejos de viaje, mientras surgen las anécdotas y te sirvo un malvecsito.  Yo ya me volví experto en los fuegos: los fideos y las sopas son mis nuevos mejores amigos. La biblia de toda esta gente? La Lonely Planet. Lo que está escrito ahí, es palabra santa. Todos quieren hablar el idioma que no es el suyo: así surgen lenguas muy simpáticas como el portulemán, espancés  y los tan conocidos portuñol y spanglish.
El pueblo es bastante lindo, muy preparado para el turismo: plaza principal, mil hotelitos y restaurancitos. Alrededor están las bodegas y en los campos aledaños están todos los viñedos. El valle está enmarcado por cerros colorados.


El primer día, fui a un campito que se llama “Cabras de Cafayate”, produce Queso de Cabra y compré uno con orégano que fue de gran aporte para la picada de la noche. Esa noche El Mudo festejaba el cumpleños de sus dos hijos en el jardín del hostel, y para qué! Llegó todo el pueblo! Grandes, chicos, ancianos, TODO el pueblo! Banda en vivo, empanadas, vinito y más vinito, guitarra y charango en mano, onda peña folclórica, con un toque francés.
Al día siguiente, dije: “voy a hacer la ruta de los vinos”. Así fue como recorrí unas cuantas bodegas. Hay muchas chiquitas, tipo boutique. Y las tres más grandes son Etchart, Lavacque y El Esteco. Después de cada visita, se catan los vinos. Ahí es cuando uno se hace el que entiende del tema, menea la copa, la mira a la luz, la huele, la soborea en el paladar y se escuchan frases como: “torrontés, redondo en boca, Malbec, añejado en barrica de roble, Sirah, un dejo a canela y vainilla, Merlot, vino joven, Cabernet Souvignon, aromas mixtos”. A la salida de una bodega, había un artesano local que hacía canastas de mimbre, muy de campo, a duras penas se le entendía. Hablamos como una hora de muchos temas, pero me impresionó todo lo que sabía de política y la lógica que tenían sus ideas. A pesar de su humildad y la forma sencilla para decir las cosas, el señor tenía pensamientos muy interesantes y coherentes.



A la tarde, fui a un Barrio Cerrado que se llama La Estancia Wine & Golf. Todavía no se muy bien porque me dejaron pasar pero algo les dije que les gustó, les mostré mi cédula, el guardia aviso que yo estaba en la puerta y no solo entré,  sino que me vinieron a buscar en un carrito de golf! Me mostraron el barrio, la cancha de golf y una cancha de polo, y después me quede un rato a la sombra de un sauce al costado de un laguito. Muy buena onda!




Un Must: tomar helado de sabores de las diferentes cepas de vino, en la heladería Miranda. Su dueño es artista plástico y tiene la heladería que el mismo atiende hace más de 20 años. Con el hablé bastante. Fanático de sus teorías religiosas, con pasión me contó sus ideas de las religiones, Dios, los buenos y los malos y que va a pasar el día que cada uno de nosotros muera y deje la tierra.
Segundo día en Cafayate: tocaba deporte! Era el día en el que iba a hacer el trekking de alta dificultad de 5 horas por las Cascadas del Río Colorado. Como era muy difícil y muy arriba en la montaña, necesitaba ir con alguien. Sin lugar a dudas ese alguien, era la Suiza Astrid. Ella es la Virginia Elizalde de los Alpes, “Miss Deportes 2011” y amante de la aventura (el día anterior se mandó 48 km en bicicleta). Preparamos las mochilas y salimos. A la entrada del parque, hay unos flacos que se ofrecen como guías y si no los contratás, te tirán mala onda y te dicen cosas como: “Suerte! Que dios te ayude!”. Fuimos sin guía. El camino es río arriba, sin sendero, buscando tu propio camino, saltando de roca en roca, cruzando el río varias veces y hasta con partes de escalada en dónde la pared se pone bastante vertical. Sumado a esto, los guías pintan en las rocas falsas señales para despistar. Por momentos no sabes por dónde ir y hay que elegir. Antes de salir, en el pueblo, un viejo nos dijo: “sigan el camino de las cabras”. Era raro, ya que nunca nos cruzamos con ninguna cabra. Después de un rato, entendimos que se refería al camino de las mierditas de las cabras. Ese consejo nos ayudo en más de una oportunidad. Vas pasando por varias cascadas cada vez más grandes, hasta la última a la que se puede llegar que tiene una caída de 13 metros.




El Mudo, de tanto hablar de SU pueblo, en cierta manera me transmitió  la importancia de respetar al local y ayudarlo. Diferenciar a la persona del pueblo y humilde, de aquel que viene de afuera y te quiere cobrar de más por todo, aprovechándose del viajero. El permanentemente nos recomendaba lugares para ir a comer súper baratos y buenos en donde van los locales y ciertos mercaditos  para ir a hacer las compras atendidos por la gente del pueblo. Uno aprende a distinguir y te vas dando cuenta a quien tenés que regatearle y a quien, por el contrario, tenés que ayudarlo y si podés camprarle algo más.
Último día en Cafayate: hice una excursión a la “Quebrada de las Conchas” que me servía para avanzar hacia el lado de Salta. Esa quebrada, está compuesta por formaciones arcillosas con sedimentos de fósiles marinos (de ahí su nombre), y luego de erosiones eólicas y fluviales durante millones de años, se armaron formas espectaculares en dónde se ven todas las capas de diferentes colores, de cada uno de los diferentes sedimentos minerales. Las formaciones más famosas son: los castillos, el obelisco, el anfiteatro y finalmente la Garganta del Diablo, una gran cueva en la montaña, en la cual los ruidos se propagan por la acústica del espacio.



Esta excursión termino a las 19:20hs en el último punto (Garganta del Diablo). Mientras que todos volvían en la camioneta otra vez para Cafayate, yo tenía que bajarme y esperar el colectivo que pasaría a las 20:20hs. Para llevarme hasta Salta capital. He aquí el primer episodio border de mi viaje: 19:30hs termina la última visita a la garganta del diablo y ya nadie queda en ese lugar. El flaco de la camioneta me dice bajate acá y esperá ahí debajo de ese árbol al colectivo. Yo le digo: “no, pero a mi me dijeron que lo tenía que esperar en la parada”. “si, si, la parada es ese árbol, en una hora va a pasar”. CHAN! Mi mochila gigante, mi cuerpo y mi alma se bajaron de la camioneta, y caminamos hasta el arbolito al costado de la ruta. “Dead man walking”. Ruta por la cual pasa un auto cada media hora, en el medio de la Quebrada de las Conchas. Nadie más que yo estaba en ese lugar y empezaba a oscurecer. De repente, llegan dos flacos en una moto, no me ven y se meten en la Garganta del Diablo, a mis espaldas. Yo sentadito en una roca. Se los escuchaba gritando haciendo eco, quizás borrachos o drogados. Estuvieron ahí adentro como media hora, creo. Corría un frío por mi espalda y me temblaba la pierna izquierda. “Tranquilo, tranquilo, no fear, no fear”. De pronto, escucho que se prende la moto. “bien ya se van!”. Y los veo pasar, cuando están tomando la ruta, uno da vuelta la cabeza y me ve! Pero por suerte siguen…veo que se alejan por la ruta y vuelvo a respirar normalmente. De repente, veo que a la moto se le prende la luz colorada, FRENAN y hacen una vuelta en U!!!!! VUELVEN!!! Yo amagué a sacar mi navaja. “por el amor de dios Ignacio, que están haciendo? Forro! Sos un forro! Que hago acá????” venían directamente hacia mí y frenan enfrente mío… Uno me pregunta si estaba esperando el colectivo. Yo respondo casi tartamudeando: “sssi si el colectivo, me avisaron que ya está llegando, gracias, el colectivo, llegando, está, a la vuelta de esa curva, llegando, ahí ahí, viene llegando”… Se miraron y volvieron a irse! Casi con broncoespasmos me volvió el alma al cuerpo y rece para que llegue el puto colectivo…llego 20:27hs, los 7 minutos más largos de mi vida.



1 comentario:

  1. Buenas Placas Paits: concretas, simples y al punto. Plis dejá de escribir más rápido de lo que yo puedo leer!

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